Me rasqué la cabeza.
Otra vez, pero con más vigor.
Un pulso pestilente auyentó mis ganas de seguir mirando por la ventana, y volví a colocar la tabla que la cerraba.
Este era el barrio bajo de la ciudad llamada Jiff. Jil-Ka, un joven nueroinformático; un NI, cómo se llamaban entre sí, era un residente más. Las estructuras desgastados y sucios de hierro rojo sembraban la tierra, con personas aún mas desgastados y sucios vivendo dentro. Cables recorrían por los techados.
Jil-Ka trabaja en trabajos de mantenimiento de los sistemas de la defensa informática de la corporación IR. La corporación IR era una de las más importantes de este continente, obsequiando a vertiginosos precios nuevas tecnologías y comodidades. La defensa de datos empresarios era fundamental, pero los sistemas nueroinformáticos ejercían demasiada presión sobre humanos y ordenadores por igual, cuando ejercitos de hackers intentan entrar. Tal presión causaría malformaciones físicas y daños psicológicos que las personas en traje ofrecen a los talentosos cómo Jil-Ka, que con tanta desesperación aceptan a cambio de nutrición.
Se rascó la cabeza una vez más.
------------------------------------
Una calva le estaba creciendo a Jil-Ka en el lado derecho de su cabeza. Cerró los ojos y respiró hondo. Miró al suelo y allí encontró unos pocos pelos suyos.
Otro día en casa sólo. Así ha estado por los últimos diez años, y así será seguramente por los diez que le quedan. Le preocupaba morir a los cincuenta, edad bastante joven. Todos sus familiares ya murieron por la misma razón.
Se sentó en una oficina hecha de materiales industriales y repasó de nuevo los protocolos de protección. Últimamente había varios hackers novatos que tentaban su suerte, usando programas descargadas en internets clandestinas. Existian varios internets disponibles, creados por atriculación comercial. Intentos por unificarlos han surgido efecto, pero las aflicciones en el cerebro al cambiar de un internet a otro por las diferentes conexiones que hay son graves si son repetidas. La mayoría de los usuarios de mueven por el internet A1, patrocinado por el Estado General con el apoyo de IR. Pero los internets clandestinas son trienta veces mas grandes en extensión, intentando crear uniones desesperadamente en donde sea disponible, por viruses inhertes. Los internets son nombrados en números y letras dependiendo de la naturaleza (tipo de códificación, etc) de la misma, comparable a una frecuencia de ondas.
Jil-ka en su década de oficio había sufrido daños en su cerebro, desde pérdida de recuerdos a total embriagadez. En este momento estaba de vuelta en su casa tras una jornada de trabajo. El leve dolor de cabeza lo combatió con una aspirina. El hambre lo contrarestó con una injección nutrífera en su estómago.
Se acercó a su ordenador.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
Este es un relato que voy a ir haciendo. No está completa aún.
Post a Comment